Aborígenes nómadas de Chile

Nómadas cazadores de la pampa

Las regiones pampeanas de Chile Austral fueron pobladas desde hace mucho por pueblos aborígenes que aprovecharon las ventajas ecológicas de una fauna relativamente rica y que se alimentaba de los recursos vegetacionales herbáceos de la pampa y de la estepa fría. Excavaciones arqueológicas demostraron que la extremidad meridional de la pampa chilena estuvo poblada desde el inicio de los tiempos postglaciales, alrededor de 10.700 años. Al respecto destacan los hallazgos de la gruta de Fell y de la cueva del Milodón.La gruta de Fell, excavada por Janius Bird en 1938 y por J. Emperaire en 1963, ha dado una secuencia ocupacional desde 10.720 años (con un margen de aproximación de 300 años), siendo sus primeros pobladores cazadores de Milodón y caballo americano.  Más tarde fue ocupada por cazadores de la fauna actual, hasta llegar a restos dejados por pueblos onas históricos. La cueva  es conocida desde fines del siglo pasado por un trozo de cuero de Milodón, sepultado bajo cenizas volcánicas, que ha dado una fecha aproximada de 10.000 años. Según algunos autores el hombre habría vivido en este lugar de la caza de enormes animales pleistocénicos, otros descartan esta posibilidad.

Estas tribus de cazadores de enormes animales fueron evolucionando a medida que cambiaban las condiciones geográficas, hasta terminar su serie evolutiva con los tehuelches y onas históricos.Los Tehuelches  eran un pueblo cazador nómade, cuyo territorio se extendía desde la precordillera y el litoral del Atlántico, entre las fuentes del río Cochamó en Chile o región del Río Negro en Argentina, hasta la orilla norte del estrecho de Magallanes. Su actividad principal era la caza del guanaco y del avestruz patagónico, complementada con la recolección de fruta, silvestres. Desde la segunda mitad del siglo XVII incorporaron el caballo a su cultura, con los consiguientes cambios en sus modos de vida.
Su densidad de población era muy baja y debieron retroceder ante el avance de la colonización chileno-argentina. Según Emperaire, hacia 1880 se contaba aún con un centenar de tehuelches que vivían de un nomadismo restringido en la Patagonia Chilena. Para evitar los conflictos con los estancieros especializados en la ganadería ovina se les otorgó una concesión de 10.000 hectáreas en Magallanes, a comienzos del siglo XX.  Sin embargo, su grupo se esparció y desapareció definitivamente del territorio nacional. Hacia 1970, en el sector argentino quedaban unos pocos centenares en una reserva en la provincia de Chubut.
Los mas australes de los pueblos cazadores eran los Onas. Su nomadismo era menor porque estaban circunscrito a la isla grande de Tierra del Fuego, especialmente en el centro y estepas atlánticas, Su modo de vida estaba basado en la caza de guanacos, zorros, aves y en una recolección complementaria. Su único animal doméstico era el perro.
Los colonizadores blancos fueron los responsables de la extinción de los onas. Estos, que basaban su alimentación en el guanaco, se vieron de pronto encerrados en su territorio y empezaron a cazar con flechas los corderos importados.

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Tehuelches

Nómades pescadores de Chile Austral

Desde el archipiélago de Chiloé hasta el Cabo de Hornos el territorio fue poblado por una serie de indígenas pescadores y recolectores de mariscos y cazadores de focas. Para Chonos, Alacalufes y Yaganes el mar es el enemigo máximo contra el que hay que luchar, pero es también el medio de donde sacan su subsistencia.  Estos indígenas eran navegantes nómades: las embarcaciones eran necesarias tanto para el transporte de un punto a otro como para las expediciones de pesca.
El territorio de los Chonos es sumamente característico. Vivían entre las islas meridionales del archipiélago de Chiloé y el golfo de Penas, aproximadamente entre los 43° y los 47° de latitud sur. Se trata de una gran cantidad de islas, separadas entre sí por estrechos canales o por pequeños trozos de mar abierto. Los chonos desaparecieron totalmente a fines del siglo XVIII. Según algunos autores se retiraron más al norte y se mezclaron con la población chilota. En la actualidad el archipiélago de los Chonos permanece absolutamente desierto. (Ver Chonos)
Los Alacalufes se extendían entre los archipiélagos de la Patagonia Occidental desde el golfo de Penas hasta el Estrecho de Magallanes y algunas islas del oeste de la Tierra del Fuego.  Su territorio está aislado debido a las dificultades de su acceso marítimo hacia el norte y la barrerá montañosa de los glaciares por el este.  Además, las abundantes lluvias permiten una densa vegetación que hace casi imposible la circulación por tierra.
Los Yaganes habitaban los canales al sur del Beagle, isla Hoste, Navarino y archipiélago del Cabo de Hornos.  Formaban un grupo pequeño, bastante avanzado en sus técnicas de nómades marinos. Hacia 1970 sólo quedaban unos pocos individuos muy mestizados en isla Navarino. (Fotos derecha, algunos de los últimos representantes de los yaganes).
También los Alacalufes se hallaban en vías de extinción hacia 1970. De sus tradiciones, idiomas y religiones no sobrevive casi nada.
Nómades pescadores del norte
Entre los nómades pescadores de la zona norte descatan los Changos (ver apartado Los Changos).
De allí resultó una lucha permanente con los colonizadores.  A esto se sumaron enfermedades que hasta entonces eran desconocidas en Tierra del Fuego: tuberculosis, gripe y sarampión. En territorio chileno se han extinguido.

Aborígenes sedentarios de Chile 
Litoral nortino

En casi todas las caletas provistas de agua dulce en el litoral nortino se instalaron grupos de indios que en un comienzo se dedicaron a la recolección en las playas, y más tarde perfeccionaron sus técnicas y ampliaron su radio de acción a la pesca en las proximidades de la costa.Se establecieron desde tiempos muy remotos.  Excavaciones realizadas en Quiani demuestran que este lugar estuvo ocupado hace más de seis mil años. El sitio de Conanoxa, quebrada de Camarones, estuvo poblado hace alrededor de 3.800 años por cazadores y recolectores que aprovechaban también los recursos marinos.Muestras de las actividades de estos pescadores son los innumerables conchales, constituidos por la acumulación de los desperdicios de sus alimentos. Estos indígenas eran hábiles pescadores que empleaban redes de fibras vegetales con pesos de piedra y flotadores de cardón, anzuelos de hueso, flechas y arpones con puntas del mismo material o de piedra tallada .Conocemos la existencia de las pesquerías precolombinas y del comercio derivado de ellas, por los relatos de los cronistas del primer siglo de la colonia.  Eran poblaciones muy pequeñas que sobrevivían dificultosamente.

Los atacameños, adaptándose a las magras posibilidades de la región, asumieron formas de explotación del paisaje geográfico. Pueblos seminómadas, se dedicaron al pastoreo de auquénidos. Con sus ganados efectuaban largos viajes, tanto a la costa como hacia la cordillera, cambiando sus productos por los de otros parajes.
En los oasis desarrollaron una agricultura de regadío.  Para aprovechar totalmente el escaso suelo cultivable, disponían sus campos en forma de terrazas y los irrigaban mediante acequias.  En el altiplano se dedicaban, fundamentalmente, al cultivo de papas y quínoa y en las partes más bajas a los frejoles, las calabazas y el maíz.
Debido a razones de defensa desarrollaron una interesante cultura urbana.  Construían plazas fortificadas en puntos de difícil acceso; un gran muro de defensa circundaba las casas individuales y los graneros.  Los pucarás más importantes, son los de Turi, San Pedro de Atacama, Lasana, Chiu Chiu, Cupo, San Bartolo.  Todas estas fortalezas se yerguen aún en toda su majestad.  A pesar de la obra destructora del hombre y del tiempo, todavía se pueden recorrer sus calles, plazuelas, escalinatas, silos, andenes, etc.
La cultura agro-alfarera de El Molle se inició hace alrededor de 1.600 años. Tiene fuertes vinculaciones con las culturas agro-alfareras del nordeste argentino, con la cultura atacameña y otras áreas andinas y mesoamericanas.
Recibe la denominación de El Molle, por el lugar donde se encontraron por vez primera sus restos: en el valle de Elqui, pero en la actualidad se cree que su área de dispersión sobrepasa la región de los valles transversales llegando hasta Chile Central e influyendo probablemente hasta la Araucanía.
Los mollenses se distinguen por sus cráneos de paredes gruesas, por su cerámica, por las pipas en forma de T invertida y por el tembetá, que es una especie de botón que se coloca en el labio perforado.
A esta cultura de El Molle se agregó posteriormente la cultura Diaguita.  Los inicios de ésta se sitúan entre 500 y 1.000 de la era cristiana.  Durante un tiempo impreciso ambas culturas coexistieron y combatieron, imponiéndose la Diaguita.
Los diaguitas fueron un pueblo de agricultores.  Su cultivo principal era el maíz y utilizaban el riego.  La ganadería y la caza eran muy importantes en sus modos de vida como lo demuestran los restos de auquénidos encontrados en las sepulturas y la gran cantidad puntas de flechas.
Ya que faltan pueblos construidos de piedras, se supone que vivían en casas de madera o ramajes.  Sólo para defenderse se retiraban a fortalezas situadas en puntos estratégicos.  Su alfarería da testimonio de su destreza en este arte, además sabían fundir el cobre.
Los períodos agro-alfareros en Chile Central se iniciaron desde algo antes de nuestra era cristiana y están divididos en periodos formativo ( hasta 800 d.C.), intermedio (800 -1465 d.C.) e incaico (1465-llegada de los españoles).  En ellos se recibieron fuertes influencias de las culturas de El Molle, Diaguita e Incásica.  De esta última destacan los restos de poblados, acequias, tambos y santuarios de altura.
El territorio,  a   la   llegada    de los españoles, estaba ocupado por picunches. Aparentemente no tenían gobierno central, sino que vivían en pequeños grupos de algunas chozas, dedicándose a la agricultura y a la ganadería de auquénidos,  complementada  con recolecciones estacionales.
Esta agricultura se complementaba con la recolección de piñones de la araucaria, gran número de plantas y raíces.  Los hombres se dedicaban a la caza y a la pesca.  Antes de la llegada de los españoles practicaban la ganadería de auquénidos y la crianza de gallinas.  Ya en la segunda mitad del siglo XVI habían utilizado el caballo.Estos indios tenían una larga tradición y gran capacidad de desplazamiento geográfico, seguramente herencia de su pasado nómade. A la llegada de los españoles eran pueblos agricultores.  Las mujeres eran las encargadas del cultivo del suelo, especialmente del maíz, madi, magu, hequén, papas, etc.  Los hombres ayudaban a limpiar el terreno mediante el roce.  Se trabajaba la tierra con barretas de madera, chuzos, azadones y palos agudos para sembrar.
No vivían formando pueblos compactos, sino pequeños grupos. La ruca, albergaba a todos los miembros de una familia, y estaba dotada de muy sencillo mobiliario.
Los territorios sureños estaban ocupados por otros pueblos, que los españoles identificaron como huilliches y cuncos.  Loshuilliches ocupaban las tierras al sur del río Toltén hasta el seno del Reloncaví.  Los cuncos residían en el litoral de la región de Valdivia y Llanquihue entre el río Bueno y el canal de Chacao, y parte norte de la isla de Chiloé.

Los Chiquillanes tenían un área de distribución aproximada entre la latitud de Santiago hasta los nevados de Chillán.  Al sur vivían los Pehuenchesque se extendían hasta el volcán Lonquimay.  Su nombre significa gente de los pehuenes (Pehuen: araucaria) porque los frutos de la araucaria constituían un rubro importante en su alimentación.


Al sur de ellos, hasta la región de Osorno, vivían los Puelches.  Desde comienzos del siglo XVIII adaptaron su modo de vida a la utilización del caballo, aprovechándolo en todos sus aspectos: cuero, carne, etc.
A partir del límite meridional de los Puelches se extendía la zona de influencia de los Poyas, que estaban emparentados con sus vecinos australes, los Tehuelches.  Ocupaban el área vecina al lago Nahuelhuapi hasta las fuentes del río Cochamó, pero llegaban, en sus excursiones, hasta las costas del Pacífico.
Debemos entender que todas las zonas de influencia de estos pueblos estaban profundamente entrelazadas, lo que daba lugar a choques y a intercambios culturales.




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